Salir del mundo “Bani”
Estamos en la era de la inestabilidad, nos cuesta entender qué está pasando y saber qué necesitamos.
Con las siglas BANI (B: brittle, “quebradizo”; A: anxious, “ansioso”; N: non-linear, “no lineal”; I: incomprensible) se define este nuevo paradigma donde lo volátil e incierto ya es moneda corriente. Nada es predecible, algunas ideas que parecían ilógicas hoy pueden ser geniales. Ante el miedo y la impotencia que puede generar este contexto les propongo pensar en algo: Todo lo que está vacío necesita ser llenado, todo lo que no tiene rumbo, va a la deriva. Entre lo que digo y lo que hago sería ideal que exista coherencia, si eso no sucede, comenzamos a caminar el sendero de la insatisfacción. Podemos crear una suerte de “para qué hago lo que hago”. Encontrar un propósito es la intersección entre tu pasión y lo que podés darle a tu mundo, mirando más allá de tu propia realidad.
Un buen propósito
Poner foco fuera de vos y practicar tus talentos y virtudes al servicio de ofrecer algo que genere un pequeño cambio es mirar más allá de tu ombligo. Te invito a usar tu cabeza para pensar y tu corazón para sentir dónde vas a poder hacer tu mejor aporte usando esos “poderes” que te hacen único. Es importante que seas paciente, quizás no encuentres tu propósito muy rápido, tal vez esté en el camino de la propia búsqueda, camino que hay que aprender a disfrutar. Accioná y ajustá. No es necesario pensar algo enorme ni que tenga un alcance tremendo, quizás sea tu vecino que está sólo y vayas a leerle un libro, o los niños de alguna fundación que les encanta que les enseñen a cantar una canción, aunque sea por Zoom. Mirar adentro y tratar de identificar algún talento, algo que te motive, puede ayudar. Y también mirar hacia afuera, pensando cómo podés poner ese talento para sembrar una semillita el mundo. Por poco que te parezca, eso puede tener un impacto enorme en la vida de otros. Una pequeña acción pone de pie tus engranajes y te va a llevar a tener ganas de más y más. No lo veas como una prueba y error, sino como una prueba-aprendizaje. El propósito no se crea mirando sino haciendo, interactuando con tu contexto más cercano y desde una idea que quizás hoy te parezca insignificante.
Si te sentís frágil, podés convertirte en resiliente.
Si te sentís ansioso, podés aliviarte con empatía.
Si te sentís sin rumbo, buscá a quien puedas ayudar.
Si te sentís incomprendido, confiá en tu intuición.