Miedos en pandemia
Con optimismo y un cambio de actitud es posible mejorar sensiblemente nuestra calidad de vida.
El miedo es un sentimiento muy extendido que opaca nuestra existencia y nos resta posibilidades cuando es excesivo. Es por esta razón que, cambiando la manera de enfocarlos y modificando ciertos hábitos, es posible controlarlo. Podemos identificar en ellos grados, que van desde el temor momentáneo que solemos olvidar, hasta los ataques de pánico que, además de la sensación de terror y de muerte, producen diversos síntomas corporales como sudoración excesiva y taquicardia. Los ataques de pánico se diferencian de los miedos no sólo por su intensidad sino también porque deben ser tratados por un profesional. El miedo, incluso el más intenso, es un desborde, una canalización de la angustia y no constituye una enfermedad. La causa de los miedos no es solamente interna, en ellos interviene el entorno. Hoy en día, con este famoso coronavirus, se nos intensifican los miedos o temores que estaban ya latentes. La inestabilidad económica, la inseguridad, las convulsiones políticas socavan las certezas que buscamos para vivir y potencian las propias inseguridades personales, incrementando los conflictos. Es imposible tener todo bajo control, y hoy más que nunca.
Actitud
Para enfrentar la vida con plenitud es preciso contar con la actitud necesaria. Esto significa tener un enfoque positivo que tenga una doble acción: compensar lo negativo que nos pueda suceder y, sobre todo, enfocar positivamente la existencia, de modo que seamos capaces de colocar en la columna del haberlo que una mentalidad negativa hubiese colocado en la del debe. La vida de cada persona no es intrínsecamente “buena” o “mala”, la calificación de la vida depende de nuestra perspectiva frente a ella. Hay quien es incapaz de contabilizar las cosas buenas que posee y hay quien, en medio de la adversidad, puede sentirse feliz. Pero debemos estar siempre agradecidos de lo que tenemos, como primera medida. Si hay miedos, lo peor que se puede hacer es asustarse, es decir, “tenerle miedo al miedo”. Cuando un intenso sentimiento de temor nos paraliza, no hay que preocuparse sino ocuparse, primero y principal, cambiando la actitud. A partir de allí todo se verá mejor.
Beatriz Goldberg. Licenciada en psicología (MN 6235). Autora de “Estoy a tiempo todavía”(2003, Editorial Luman) y “Como superar los miedos y ser feliz” (2009, Editorial Kier), entre otros.
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