
La vuelta del vermú
Acaso como el té de las five o´clock para los ingleses, supo convertirse en clásico y navegar encuentros familiares, reuniones con amigos y grandes festejos. Pero tras un tiempo en el ocaso, su regreso no podía ser menos contundente. El ejemplo de Vesta, de la mano de su creadora, Martina Borzi.

Tradicionalmente conocido como una suerte de vino aromatizado con toque s de botánicos, y sin el cual la pizza y las anécdotas, el encuentro barrial y hasta la cena romántica no tendría su toque distintivo, el vermút, vermouth o simplemente vermú, supo consagrarse como una experiencia cultural y sensorial. Hoy vive un nuevo esplendor, y desde la mesa familiar cotidiana hasta los grupos de fans que van tras rasgos distintivos de tal o cual marca, lo que no se discute es esa raíz en las costumbres europeas que el argentino hizo carne, tal vez a manos de tanto inmigrante que forjó la identidad de nuestro país con el paso de los siglos.
Hoy, algunos emprendimientos artesanales compiten con las marcas industriales, potenciando una tendencia minimalista, pero con múltiples actores. Es el caso de Vesta Vermut (@vestavermut), una buena combinación entre la experimentación y algo de nostalgia.

Dejar fluir
La pasión por el vermú no es algo nuevo en Argentina, pero para Martina Borzi la cosa supo aunar algo de historia, innovación de los botánicos y la riqueza de los vinos de Cafayate. “La idea surgió más como un juego, de esos donde mezclás aromas, inventás combinaciones y las guardás para ver qué pasa. Al principio no era un proyecto sino más bien una receta para disfrutar en casa. Yo trabajaba en cocina, así que llevaba todas mis pruebas a mis compañeros, que me daban sus devoluciones”, cuenta. El resultado fue tal que de a poco fue despertando su costado emprendedor, y la llevó a buscar más información, a pensar en nombres, a dibujar una etiqueta, a imaginar envases. Y fluyó, primero lento, y luego con fuerza. “Ese proceso creativo fue la parte más divertida y natural. Como soy cocinera y trabajé siempre con especias, ya traía los aromas que resultan de preparaciones con botánicos, pero lo lindo después fue incorporar novedades y ver qué y cómo resultaban. Hoy creo que la motivación principal fue entender que la bebida estaba en pleno renacimiento y que había mucho camino por recorrer”.

Reinventarse
Vesta tiene dos cualidades que conviven en equilibrio: por un lado, una carga importante de botánicos, muy aromáticos y especiados. Por otro, conserva la expresión de los vinos. “Mi idea es no perderla; al contrario, mostrar la presencia tan importante de los vinos que componen al vermut, que en este caso son de Salta. Los vinos cafayateños me gustan mucho por los aromas a fruta fresca que tienen. No me interesaba usar uno neutro y taparlo de botánicos, me gusta la idea de usar un vino que tenga presencia y que ese aroma llegue a sentirse. Con esto no digo que sea la única región que tenga vinos aromáticos, la variedad de uva y de vino en este país es hermosamente inmensa, pero tenía que decidirme por una”, explica. Pese a cierta “moda” que parece instalarse con algunos consumos, Borzi señala que la diferencia con el vermut, es que trae cierta carga de nostalgia: “Todos vimos a nuestros abuelos tomarlo; siempre vimos carteles y botellas de marcas reconocidas en los bodegones, reuniendo muchas de las costumbres que tenemos los argentinos, la de la picadita antes del asado, la de la charla con el abuelo, la de la previa con amigxs”, sintetiza. La tendencia hace surgir marcas nuevas aquí y afuera, y en muchos casos interactuar entre distintos creadores. “La variedad es infinita y la calidad es muy buena. Siento que todos estamos logrando hacer recetas únicas y proyectos con mucha actitud. El auge ya llegó hace rato a las ciudades grandes, ahora falta que el vermut salga de ahí y llegue a más provincias y localidades. Lo hermoso es que de a poco están surgiendo marcas nuevas en casi todas las provincias y en pueblitos pequeños también”.

Buenas compañías
Entre los maridajes perfectos, Martina señala que el vermú se saborea como ninguno si hay en la mesa unas buenas aceitunas. “Creo que la primera razón es que soy fanática de las aceitunas en cualquiera de sus variedades. Por otro lado, siempre busco el equilibrio real en una receta o maridaje. Mi vermut es dulce, un poco amargo y ácido y las aceitunas terminan de redondear el paladar con la sal y la acidez que aportan. Creo también que cuando dejemos de tratar al vermut como una moda pasajera, y lo mostremos como un producto nacional con historia, puede llegar a tener mucho más alcance. La gastronomía ahora lo está incluyendo como maridaje de comidas y eso está muy bien, de a poco se van sumando vermuts a las cartas de bares, restoranes y cafés. Tenemos una industria nacional de bebidas muy variadas, y a la hora de llevar bebidas a la mesa hay mucha competencia entre vinos, cervezas y otras bebidas no alcohólicas, pero el vermú está ahí, y si el mío puede emocionar a alguien, ya estoy hecha”.