Iguales
Marzo representa el mes de la mujer, y por difícil que aún hoy en países occidentales avanzados resulte creerlo, sigue habiendo diferencias concretas (puestos, sueldos, menciones) respecto de los hombres, y no por capacidad. En otros lugares del planeta, las diferencias de género son más férreas, e incluso terribles, ligadas a la religión, a usos y costumbres cada día más discutibles.
Cultora este espíritu de igualdad en la diversidad, Isabel Allende pronunció palabras imborrables que volvemos a compartir: “En los últimos 20 años he publicado algunos libros, pero viví en el anonimato hasta febrero del 2006, cuando llevé la bandera olímpica en los Juegos de Invierno de Turín, Italia. En el estadio conocí a las otras mujeres que estarían conmigo: tres atletas y las actrices Susan Sarandon y Sofía Loren. También dos mujeres de corazones apasionados. Wangari Maathai, keniata ganadora del Premio Nobel por plantar 30 millones de árboles, cambiando la tierra y el clima de algunos lugares de África, y por supuesto las condiciones económicas de muchos pueblos; Y Somaly Mam, una activista camboyana que lucha apasionadamente contra la prostitución infantil: cuando ella tenía 14 años, su abuelo la vendió a un burdel. Nos contó de niñas violadas por hombres que creen que tener sexo con una virgen muy joven los va a curar del SIDA.
Las protagonistas de mis libros son mujeres fuertes y apasionadas. Yo no las invento: no es necesario. Miro a mi alrededor y las veo en todas partes. He trabajado con mujeres y para mujeres toda mi vida. Las conozco bien. Nací en tiempos antiguos, en el fin del mundo y dentro de una familia patriarcal, católica y conservadora. No es ninguna sorpresa que ya a los 5 años fuera feminista, aunque el término no había llegado todavía a Chile. Pronto descubriría que había que pagar un precio alto por mi libertad. Incluso mi hija Paula, cuando tenía más de 20 años, me dijo que el feminismo era anticuado y que yo debería dejarlo. Tuvimos una pelea memorable. ¿El feminismo es anticuado? Si, para las mujeres privilegiadas como mi hija y las presentes hoy, pero no lo es para la mayoría de nuestras hermanas en el resto del mundo, que todavía son obligadas a casarse prematuramente, a prostituirse, a realizar trabajos inhumanos. Ellas tienen hijos que no quieren o que no pueden alimentar. No tienen control sobre sus cuerpos o sus vidas. No tienen ni educación ni libertad. Son las sociedades más pobres y retrógradas las que siempre oprimen a sus mujeres, pero esta verdad obvia es ignorada por los gobiernos, y también por la filantropía: por cada dólar que se le da a un proyecto para mujeres, se le dan 20 a proyectos para hombres. Las mujeres son el 51% de la humanidad. Atender eso podría cambiarlo todo, más que la tecnología, el diseño y el entretenimiento. Yo puedo prometerles que las mujeres trabajando juntas, vinculadas entre sí, informadas y educadas, pueden traer paz y prosperidad a este planeta sin esperanzas. Creo que llegó el momento de hacer cambios fundamentales en nuestra civilización, pero para que ese cambio sea real, necesitamos energía femenina en la administración del mundo. Necesitamos un número crítico de mujeres en posiciones de poder, y necesitamos cultivar la energía femenina de los hombres. Estoy hablando de hombres con mentes jóvenes, por supuesto. No hay esperanza con los hombres viejos, tenemos que esperar que se mueran (risas). Si, me encantaría tener las largas piernas de Sofía Loren y sus legendarios pechos. Pero si me dan a escoger, preferiría tener el corazón guerrero de Wangari Maathai, Somaly Mam y Rose Mapendo”.