El amor desde la mirada de un coach
No existen las verdades absolutas, está claro. Las personas generamos interpretaciones de lo que nos pasa y luego elegimos, no porque sean “verdad” sino porque en algún punto nos conviene eso
Te voy a contar una experiencia personal. El domingo pasado combiné una salida con un hombre que conocí en una red social para encontrar pareja. Siempre confío en mi intuición cuando leo lo que escriben y veo las fotos que publican. Esta vez salí con Gaspar, un hombre súper amoroso y sonriente que me pasó a buscar. Una de las primeras cosas que me dijo con su trago en la mano fue: “Yo no busco amor”. Quizás si yo no hubiera indagado un poco más hubiera salido corriendo, pero le di, y me di, la oportunidad de escuchar algo más que aquella sentencia.
Singularidades
Seguro que si ahora te pregunto a vos qué es el amor, desde tu mirada, vamos a entender que hay tantas definiciones de como personas en el mundo. Pero voy a hacerte una pregunta bien puntual: ¿Qué distinguís en tu vida cuando usas la palabra amor? Ahí la comprensión va a ser más profunda, porque tu mundo relacional va a determinar “qué pensás vos del amor”. Por ejemplo, las personas que tuvieron amores maravillosos dirán que aquello “es el mejor estado del ser humano”. Al que le fue mal tal vez diga: “ni me hables de amor, quiero estar alejado de eso”, o “el amor no existe”. Pero en ambos casos hay algo en común. El hecho de sentirse o no visto por el otro. Y acá es donde entra en juego el “si no me ve, no me quiere; si no me escucha, no me quiere”.
Si renovamos la mirada hacia el amor y entendemos que sentirse o no amado tiene que ver con cuanta atención nos pone el otro, la emoción contrapuesta al amor sería la indiferencia. Ahora te pregunto a vos: ¿En algún momento de tu vida fuiste herido, te sentiste frustrado o indignado en tu ámbito (trabajo, casa, facultad)? Seguramente vas a recordar que fue por no haberte sentido reconocido, escuchado, valorado, no legitimado en tus opiniones. Es bueno entonces reconocer y reconocerse allí, e intentar validar, escuchar, legitimar, reconocer, tener en cuenta a las personas de nuestro entorno, para ver que el amor aparece cuando le das identidad al otro.
Ah… en mi cita, después de haber escuchado a Gaspar contarme su historia, entendí que su miedo al amor radicaba en que fue abandonado, y no sólo a él lo abandonaron, sino a sus dos hijos, que quedaron desde chiquitos a su cargo. Esa falta de atención y reconocimiento de una mujer (quien lo hizo papá), generó una resistencia por miedo. ¿Y sabés qué? Lo invité a tener una noche de amor juntos, donde poder escucharnos y conectarnos desde los no prejuicios, para sentirnos ambos validados y reconocidos. Hoy voy a vibrar el amor en primera persona ocupándome de él para que pueda ver que no todas las experiencias son iguales y que siempre hay segundas oportunidades. ¿Y vos… qué esperás?