Dos caras de la maravilla
El Mediterráneo mira de reojo las casi 60 mil hectáreas de invernaderos en la costa de Almería avanzando hasta verse ya desde el espacio. El gigantesco despliegue del “Mar de Plástico”, el huerto a cielo abierto de Europa que simboliza el triunfo del hombre sobre la naturaleza, y a la vez, su sentencia.
En el paralelismo de los cuadriláteros; con la luz y con la sombra; en un vaso medio lleno o medio vacío. Todo, mi amigo, tiene al menos dos lados. Desde la cálida costa de Almería, bajo la belleza desértica del Mediterráneo, los ondulantes barrios de colores y el imponente castillo árabe de la Alcazaba miran de reojo el avance indetenible de la “huerta europea”, una ola de invernaderos que crece con abono debajo y plástico encima como las manchas de humedad. Una genialidad combinada de la ciencia tradicional e hidropónica, que eleva al Campo de Dalías como la mayor superficie de invernáculos en el planeta, y cuyosproductos son comparados conla industria automotriz: “Un tomate puede albergar tanta tecnología como un Ferrari, pues es fruto de la investigación contra las plagas, la búsqueda de recursos hídricos o la mejora de los invernaderos”, como afirma el agrónomo, economista y profesor universitario Jorge Jordana al periódico La Voz de Almería. No es para menos: los tomates, redondos y perfectos parecen recién lustrados, y cuelgan espléndidos y a borbotones. Berenjenas y pimientos, melones y sandías, pepinos y calabazas, se exhiben como para adornos de mesa. Son apenas algunos de los productos de este gran vivero español que conquista el mercadolocal, ha recalado en Francia, Alemania, Portugal, Italia, Holanda, Bélgica y Marruecos, y se anima a Inglaterra, Estados Unidos, China. Ese mundo de cultivo mixturado, que ha sufrido también vaivenes por el Covid-19, no afloja su abundancia, y espera a diario a cientos de camiones para cargar los frutos imposibles de una tierra originariamente estéril. Tal es así que existe ya la denominación de origen para el “tomate de la cañada Níjar” proveniente del Campo de Níjar, y una variedad resistente a su viejo enemigo, el hongo fusarium. ¿Pero… a qué precio?
Entre mareas
Almería cuenta con poco más de 200 mil los habitantes y un pasado rico en aspectos culturales, históricos y comerciales, desde la raíz andaluza a la posterior anexión al reino de Castilla, desde el flamenco al jazz, y desde los cruces religiosos entre lo musulmán y lo católico. El lugar es también un tesoro arquitectónico, con sus mármoles de Macael que rivalizan en blancura con los de Carrara, y con rincones que décadas atrás el cine supo aprovechar para films como Lawrence de Arabia, Conan el Bárbaro o Indiana Jones y la última cruzada. Esos años fueron también escenario de otra película: la de los invernaderos. Gracias a ellos se mejoró la producción de vides, olivos y cereales.Agua fresca y enarenados innovadores lograron ir más allá de lo posible, y hacer florecer un vergel en medio del desierto.“En los años 40, El Ejido apenas tenía una veintena de casas, pero el crecimiento llegó a tal punto que ahora 12.000 familias viven de los invernaderos, que son en un 70% explotaciones familiares. Sólo entre 1994 y 2014 la población pasó de 45.000 a 84.000 habitantes”, cuenta Jaime Rubio Hancock en el diario El País de España. Los invernaderos fueron avanzando sobre el desierto tapizando kilómetros y cercando poblados con su oleaje. Su nombre creció popularmente ante el avance de los galpones, y fue consolidado gracias la serie “Mar de plástico”producida por Antena 3. Hoy toda la Comarca del Poniente Almeriense es llamada así, en especial el Campo de Dalías, una planicie que incluye localidades como El Ejido, La Mojonera y Roquetas de Mar, una suerte de islas acorraladas entre dos océanos, el de la naturaleza, y el del hombre. El desarrollo en los primeros años duplicó y luego triplicó el número de cosechas, aunque el boom llegó años más tarde, y en 2010 el mar del plástico alcanzó el tamaño del principado de Mónaco, empleó de forma directa e indirecta a 100.000 personas, y aportó el 22% del PIB provincial. El gran huerto de Europa estaba garantizado, y como en todos lados, fue un imán para empresas de renombre que desembarcaron en la zona. En 2012, con 359 firmas involucradas, Almería exportó por 1.914,1 millones de euros, registrando un crecimiento de casi el 10% respecto al año anterior. En 2016, atendiendo una tendencia mundial, la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía puso en marcha el plan “Compromiso Verde” para ampliar la producción ecológica y que “de una forma definitiva Almería produzca con más calidad, más trazabilidad y más seguridad alimentaria que cualquiera”, según sus referentes. Pero no todo lo que brilla es oro. “La imagen futurista del cambio climático es real en Almería”, expresa Greenpeace España ante la sobreexplotación de los recursos naturales y el mal uso del urbanismo. “Somos el ejemplo a evitar. La provincia no tiene agua, sus recursos han sido sobreexplotados y el urbanismo está llegado a pie de mar”,señala el portal Ideal.es de Granada.
La fragilidad del equilibrio
Declaraciones de José Luis García Ortega, responsable de Energía y Cambio Climático Greenpeace España, aseguran que el calor en los invernaderos está provocando “cada vez más plagas en la agricultura, pues los virus se reproducen con mayor facilidad”. El avance de este mar de plástico ha generado un enorme basural y científicos aseguran que el 90% de las aves marinas llevan plástico en sus estómagos. Asimismo, sus construcciones inciden en la cota del mar, como se observa en las proyecciones de “Photoclima”, un montaje de los fotógrafos Pedro Armestre y Mario Gómez con escritos de autores como José Saramago, Rosa Regás, Manuel Rivas, Iñaki Gabilondo, Jane Goodall, Miguel Delibes de Castro y Joaquín Araújo. En su trabajo se articulan temas en relación a los ríos, la agricultura, las montañas, el mar, los bosques y las personas más vulnerables y con menor responsabilidad que sufren el cambio climático, representadas en los inmigrantes que llegan a España porque no tienen recursos para sobrevivir en África. Sobre ese punto hubo varias denuncias humanitarias, desde mal pago (dos a dos euros y medio por hora) a trabajos a 45 grados de temperatura. “He visto cómo meten a mujeres y niños en camiones a las cuatro de la mañana para ir a una explotación, como si fueran ganado. Y he visto cómo utilizan productos tóxicos para el jornalero”, acusó el presidente de Asaja Almería, Francisco Vargas. En la misma sintonía, el documental “Home” dirigido por Yann Arthus-Bertrand critica esta megaproducción: “En un siglo, ¾ partes de las variedades de especies que se habían cultivado durante milenios han desaparecido. Hoy son adaptadas a climas y reemplazas por las más productivas y fáciles de transportar en una ciudad de verduras bien calibradas para los supermercados”. El trabajo del célebre francés pone de manifiesto la diversidad de la vida en el planeta, y señala cómo las actividades humanas se han convertido en una amenaza para el equilibrio ecológico. “El motor de la vida en el planeta es el vínculo. Todo se comparte. Nuestra tierra reposa sobre un delgado equilibrio donde cada cual existe por la existencia del otro. Pero es un equilibrio sutil, frágil, fácil de romper”, sostiene el film que ha despertado una adhesión masiva gracias al excelente guión, la narración en off y las imágenes aéreas de diversos lugares del mundo. “La tierra es un milagro. Todas las especies tienen su lugar, ninguna es inútil o dañina”, relata un fragmento que apela al cambio colosal generado por el hombre, sus ciudades y sistemas de agricultura que han dado los primeros excedentes de alimentos. “Con el petróleo comenzó la era que libera al hombre del tiempo y le otorga un confort impensado. Durante los últimos 60 años la población del planeta se ha triplicado, y sólo la producción de los tres millones de granjeros de los Estados Unidos podrían alimentar a dos mil millones, pero esa producción va al ganado y los agrocombustibles. El agro acapara el 70% del agua que consume la humanidad, generando riqueza y excedentes, pero también una fauna de pestes que requieren pesticidas y otros productos de la petroquímica que penetran en cursos de agua, océanos, el aire, los suelos, las plantas y los animales. Esos pesticidas son nocivos para el hombre, pero a la vez lo han salvado del hambre”, subraya.
La cuestión, claro, excede a Almería, y plantea un modelo alternativo al desarrollo petrolero de la agricultura. “Se ha reemplazado diversidad por estandarización. Hoy uno de cada 10 grandes ríos no llega al mar durante gran parte del año. En Israel el Jordan se ha ido en las frutas y verduras a los supermercados, dejándolo como un hilo de agua”, profundiza el film de Arthus-Bertrand, y sentencia: “Nuestra forma de desarrollo no ha cumplido sus promesas. La mitad de los pobres viven en países ricos en recursos: ¿cuanto tiempo mas puede durar ese espejismo?”. El guante es recogido poéticamente por el reconocido periodista Eduardo Barrenechea: “Almería seca, reseca, llagada de sed, resquebrajada, quemada de soles y, a la vez, Almería vergel, oasis, edén, paraíso de vegetación lujuriante y de riqueza allí donde la diosa agua dulce se derrama”.