Donde la nieve es reina
En Malargüe, al oeste de Mendoza, la cordillera de los Andes es sinónimo de nieve. Allí, el clásico centro de esquí Valle de Las Leñas regresa tras dos años de ausencia por la pandemia, y algo más lejos, se suma Real del Pehuenche, un complejo de domos donde el esquí de travesía y el splitboard invitan a un campamento de invierno distinto.
Malargüe es un lugar fabuloso. Casi desde cualquier rincón, la cadena de picos nevados se apodera del horizonte y todo se torna pequeño, ínfimo, ante semejante escenario. Aparentemente árido y desértico, este departamento, el más grande y austral de Mendoza, atesora paisajes de riqueza natural y una ciudad pequeña y sorprendente: la ciencia del observatorio de rayos cósmicos Pierre Auger, su planetario, un geoparque y una ante espacial, invitan a conocer más el universo. La reserva volcánica La Payunia, la laguna de Llancanelo, el singular y multiperforado volcán Malacara, y otros tantos enclaves históricos, culturales y gastronómicos (no olvidar que aquí se festeja la Fiesta Nacional del Chivito) invitan a asombrarse una y otra vez. Allí puede hacerse de todo, desde cabalgatas en suelos volcánicos y travesías por antiguos ríos de lava, a buceo de altura en la laguna de la Niña Encantada, rafting o pesca. Pero en esta época del año, la nieve llama. A su clásico centro de esquí Valle de Las Leñas, acaso el más top y elevado en altura, se suma Real del Pehuenche, un complejo de domos donde el esquí de travesía y el splitboard invitan a un campamento de invierno distinto.
El gran regreso
Para muchos, estar en Las Leñas (www.laslenas.com) es un sueño. Por la incomparable sensación de esquiar en el corazón de los Andes, por la calidad inmejorable de su nieve, por sus pistas fáciles y difíciles, y un área inmensa para el fuera de pista. El complejo inició su temporada tras dos años de estar cerrado, y a sus múltiples pistas, la movida artística de siempre y una base repleta de servicios y siempre cool, suma el entusiasmo de empezar de nuevo. “Contentos, muy contentos estamos. Esta montaña se divide en tres sectores, el uno tiene la telesilla de Venus, la de Neptuno y la de Marte que llega a 3.400m; de ahí, las pistas hasta la base son de 7.5km, hay para esquiar un rato largo. Aquellos que no esquían van a poder hacer culipatin o divertirse en un pequeño sector que hemos armado. También, hay una telesilla que vamos a habilitar exclusivamente para peatones de forma tal que puedan disfrutar no solamente de la nieve sino también de todas las ofertas gastronómicas que vamos a tener preparadas“, explicó Fernando Passano, su histórico Gerente de Actividades de Montaña.
Hospedajes para familias y grupos de amigos, y hoteles de lujo con vista únicas y líneas de ascenso directo a las pitas directa, se suman a un circuito gastronómico donde la trucha y el chivito dicen presente, al menos, hasta fines de septiembre. Por supuesto, siempre dependiendo de las condiciones climáticas y la cantidad de nieve, cuando este rincón cordillerano comience a mutar para transformarse de a poco en un gran destino de primavera-verano.
Un campamento distinto
Tal vez una de las grandes novedades de estos tiempos, con la impronta del lodge de alta montaña que supo brillar en Las Leñas, y bajo la temática del glamping (camping de lujo) Real del Pehuenche (www.realdelpehuenche.com) incorpora una oferta distinta para los amantes de la naturaleza al desnudo. En plena cordillera Mendocina, a pasos de la línea divisoria de Argentina y Chile, este campamento al pie del cerro Campanario brilla con sus cinco domos geodésicos amarillos en la blanca inmensidad. Su estructura está equipada para que los visitantes cuenten con las comodidades necesarias para vivir la experiencia de dormir en medio de la cordillera, y desplegar en el día una nutrida agenda de actividades guiadas por especialistas calificados en esquí, snowboar y splitboard (tabla de snowboard que se parte en dos para ascender)para esquiar fuera de las pistas y lejos de los tradicionales centros de esquí.
El pueblo más cercano es Las Loica, a 40 km, y la ciudad de Malargüe a 140 km. Se puede acceder en cualquier vehículo ya que la ruta de paso Pehuenche está asfaltada y en óptimas condiciones, la cual pasa a 200 metros de la base. En invierno es necesario llevar cadenas para los vehículos, en muchas ocasiones es necesario utilizarlas debido a hielo en la calzada y/o grandes nevadas.
Por supuesto, el acceso está sujeto a las condiciones climáticas y a las regulaciones de la frontera internacional Pehuenche, pero la experiencia de disfrutar a pleno de la naturaleza, la gastronomía regional y las comodidades de un hotel (luz, calefacción a gas, dormitorios con camas sommier, acolchados de plumas…) bajo el cielo más increíble, no puede ser más tentadora.