¿Cómo se hacen los lápices?
Muchos elementos que son parte de nuestra cotidianeidad llegan a nuestras manos sin saber cómo se hacen, de dónde vienen, qué materiales los componen. Descubrimos hoy el misterio detrás de los lápices en la única fábrica argentina que los produce.
Desde afuera uno podría juzgar la fábrica como un no lugarde esos que el antropólogo francés Marc Augé supo definir tan bien. Un taller de maquinarias, un galpón dedicado a la logística, un acopio de mercaderías importadas. Pero dentro, como los lápices mismos, el mundo de la escritura va trazando su historia y su presente. Dedicada a la industria de útiles escolares bajo distintos sellos (Gioto, Canson, Lira), el Grupo Fila Argentina (www.filagroup.com.ar / 03327 443755), filial de la firma italiana, es la única productora en el país de lápices. En su fábrica de Malvinas Argentinas se producen 1.100.000 unidades por mes, destinadas al mercado local y exportadas a Uruguay, Chile y Ecuador. “Es un momento difícil, de retracción, pero con los lápices plásticos Penmac y Robercolor hemos logrado un producto bueno y económico comparado con otras marcas incluso nuestras, como Lira, y así llegamos al segmento masivo de manera accesible. A eso sumamos otros productos de la familia Fila para competir en el mercado”, cuenta Verónica Taboada de Marketing, con quien iniciamos la recorrida.
A crear
Colores, ruido de máquinas y cajas que se llenan y se vacían marcan las horas en este galpón fabril, la casa argentina de los lápices de… ¿madera? “Estamos haciendo dos tipos de lápices. Unos de 12 colores con cuerpo y alma de polímeros, es decir productos plásticos y minerales con pigmentos que nos dan los tonos. Se trata de materiales orgánicos y bajo normativas vigentesque los hacen similares a los de madera, pero que no lo son. Luego, tenemos el lápiz negro para dibujar, el famoso grafito, con mina de ese material”, explica Sergio Antonic, ingeniero mecánico encargado de la línea de producción. El trabajo arranca temprano calentando toda la maquinaria del lugar, para que una hora después el personal ponga en marcha “la cocina”, una de las dos áreas de producción, donde se arma la masa de la mina y del cuerpo del lápiz, que luego se integrará en el “sector de línea” por medio de distintas máquinas fusionadas: una que chupa la masa de la mina hacia un tubito, otra que la recubre con lo que será el cuerpo del lápiz, otra con forma de pecera donde sale en forma hexagonal, la siguiente donde el agua enfría la temperatura (llega a unos 100 grados de la anterior) de ese lápiz infinito, otra que tiñe su recubrimiento con el color exterior, y dos cuchillas enfrentadas donde se corta cada tramo de lo que más o menos será el lápiz. Luego, otras máquinas lindantes perfilan el largo final, un embudo los apila y les saca punta, una estampadora les coloca la marca. De allí, al empaquetado, librerías y grandes comercios.
La historiaEl lápiz nació a partir del hallazgo del grafito, una variedad del carbón que reemplazó otros métodos que el hombre usaba para registrar, como tintes de hojas, frutos y hasta huevos, y posteriormente piedras o tintas a pluma. Fue a comienzos del 1500 en Seathwaite Fell, un área protegida al noroeste de Inglaterra, donde los lugareños creyeron encontrar un pariente químico del plomo (de allí la idea popular de la “mina de plomo”), pero luego supieron que estas piedras puras y sólidas eran otra cosa, y lo mejor: podían transformarse en barritas livianas muy útiles para marcar ovejas. El valor del grafito se tornó enorme, sobre todo porque podía ser utilizado para revestir moldes para las bolas de cañón, y el control de las minas fue asumido por la Corona británica. Más allá de su uso bélico, la fama de estos primeros lápices se extendió atrayendo la atención de artistas del “mundo conocido”, e Inglaterra continuó disfrutando de su monopolio. Pero se encontró un método de reconstituir el polvo del grafito, y la primera fábrica en implementarlo surgió en Núremberg, Alemania, en 1662, diversificando el mercado. Así todo, el de Seathwaite Fell fue, y aún es, el único depósito a gran escala de grafito sólido, aunque hoy el lápiz se produce industrialmente de varias maneras, siempre en torno a una mezcla de polímeros y grafitos, muchas veces con arcilla y agua para obtener una masa que se cocina, tritura y compacta creando la mina, luego recubierta de madera o polímeros.Hoy, la ciudad de Keswick, cercana a la zona del hallazgo original, tiene un hermoso museo del lápiz, donde la historia revive también en dibujos y escrituras.