La música en estado del alma
Nos emociona, nos invita a llorar y recordar, como una marcha épica que fortalece y conduce a lugares inhóspitos aunque no estemos allí físicamente.
“La música calma las fieras”, reza un viejo refrán. Efectivamente, muchos músicos nos relacionamos también con la sociedad a través de ella, generando lazos afectivos, fortaleciendo la amistad y reduciendo el estrés. La capacidad de emoción depende de impulsos nerviosos que realiza el cerebro. Éste interpreta los sonidos y los asocia a los sentimientos provocando secreciones glandulares como las endorfinas. A través de la música, esa sensación de alegría, tristeza, dolor o miedo, generan un estado anímico que actúa sobre todo el cuerpo de diferentes maneras y provoca un “estado de ánimo” acorde a la información recibida. Estudios científicos divulgados recientemente sobre la actividad cerebral en personas que escuchaban música. Más aún si interpretaban algún instrumento musical en ese preciso momento, revelando cómo se activa no sólo una zona cerebral, sino regiones alejadas y opuestas entre sí, emitiendo destellos de colores intensos como explosiones de fuegos artificiales. Esto revela que la música, mucho más que un conjunto de sonidos, es un factor que despierta sentimientos. Glándulas como las amígdalas desencadenan la sensación de miedo provocando sofocamiento si lo que evoca es agudo, o descargas de adrenalina si el recuerdo es alentador.
En la clásica
El concepto de la música clásica hace referencia a esa que se produce siguiendo la tradición de la música litúrgica sobre todo en la Europa Occidental que comienza en el siglo XI hasta la actualidad, y según los estudios posee características como la melodía principal sea simétrica y el acompañamiento suave y natural, con proporciones precisas entre melodía y acompañamiento. Basta con mencionar a referentes como Ludwing Van Beethoven o Wolfgang Amadeus Mozart. Mucho se ha hablado sobre sus efectos en los bebes. Estudios realizados en los años 90 en Estados Unidos demuestran que el escuchar Mozart tuvo efectos beneficiosos en bebes desde el útero, dando nombre así al “Efecto Mozart”. Así pues, las armónicas piezas del austriaco, con un ritmo, melodía, tono, timbre y métrica determinadas, consiguen que se activen neuronas. Estados Unidos, después de varios estudios referidos a este tema, se permitió sacar observaciones reveladoras. Se trata de una elevación de la puntuación en las pruebas de inteligencia tras escuchar durante 10 minutos la música de Mozart.
Sentimientos de un compositor
Aunque no siempre ocurra, hay una idea que me gusta: la de la necesidad de componer canciones desde el corazón. El nacimiento de una canción va acompañado de un proceso de pensamiento, con una temática, una inspiración en alguna etapa o episodio significativo, y es el proceso continuo de la escritura y la melodía donde eso se funde: amor, tristeza, nostalgia, euforia, van seleccionando adecuadamente “sus” notas y tonalidades. La necesidad de transmitir e inmortalizar una idea a través de una composición o canalizar el dolor de una perdida, ha hecho también de la música esa botella en el mar que transporta un mensaje. Como en columnas anteriores quiero dejar mi experiencia como músico y compositor, porque puedo entender lo que significa el dolor de la perdida, que pude transformar en música a través de un concierto sin letra, pero en donde cada movimiento describe un momento de la vida de mi hijo hasta su muerte, transformando así su alma inmortal en música que trasciende nuestras vidas. Les dejo un enlace del concierto: https://youtu.be/3B6TC7t3Gf4