Fruto(s) del río
Las producciones cercanas a los ríos Uruguay y Paraná constituyen un atractivo ineludible para nuevos y viejos visitantes. Sus orillas atesoran además pueblos y ciudades de playas encantadoras, naturaleza aún virgen, construcciones patrimoniales y aguas termales.
Vivir la cercanía, ser parte de la experiencia. En ese rubro el turismo tiende cada vez más a estar presente en el inicio de la cadena, recogiendo como un gamelero las uvas que tendrán destino de exportación en fabulosos vinos, saboreando la miel producida en colmenas flotantes en las islas. O animarse a producir los quesos en el propio campo, las mermeladas de curiosos frutos como el butiá, la cerveza artesanal. En ese sentido, el Litoral argentino y uruguayo da vida a emprendimientos que bien vale la pena conocer como condimento extra a marcas insignias como los pescados de río, las playas y las termas.
Un reino de palmeras
Las siluetas imponentes de la butiá, la yatay, y una cruza entre ambas, se agigantan en las praderas cercanas al río Uruguay, con espacios reservados como el Parque Nacional El Palmar (Colón) donde se la protege, y campos abiertos como los Montes del Queguay, en Uruguay. En uno y otro ofrecen mucho más que su belleza, y su nombre resuena con fuerza enla gastronomía ribereña y rioplatense: sus dátiles amarillo-anaranjados, suaves y carnosos, son materia prima para mermeladas, licores, salsas y condimentos que en Entre Ríos como en varios departamentos del Uruguay hacen relamer a los visitantes. Conocidos como “los caramelos del Palmar”, sus frutos trascendieron lo silvestre y hoy son promocionados como un gran atractivo por puesteros que elaboran dulces artesanales o prestigiosos chef que los suman a platos gourmet. “El licor es un clásico en el norte de Uruguay y uno de los souvenirs más exitosos de venta en el departamento de Rocha. También se venden en la Tienda Inglesa, y los dulces son deliciosos”, comentan Carlos y Carola, del Grupo Guías de Guichón (+598 09943 3857 / correo@guichon.com.uy), que los tienen a mano en su propio pueblo y dentro del circuito que ofrecen en el río Queguay, el área natural protegida y sus exuberantes montes nativos. Puede disfrutarse de ellas en la cuchilla de Haedo, donde subsiste un pequeño caserío que los guías suelen utilizar como base del campamento de luna llena, con caminatas y cabalgatas incluidas, atractivos que se suman al spa Alquimia y las termas del Almirón. Según un estudio realizado por el LATU (Laboratorio Tecnológico del Uruguay), el fruto del butiá tiene alto contenido de vitamina C (tanto como la naranja o el kiwi) y es una rica fuente de fibras. Asimismo, la cooperativa del Palmar, por medio de su marca El Brocal, produce mermeladas, salsas y licores. Y son muchos los puestitos ruteros donde los vecinos ofrecen desde butiás recién cosechados a miel de butiá y otros productos del pago como hongos y quesos.
Cuando el vino cruza el río
Ni en Mendoza ni en San Juan ni en La Rioja. Una ruta del vino se abre camino con el Uruguay como vía conectora. Se inicia en las praderas de Carmelo, donde varias familias amantes de la vitivinicultura se reunieron para enlazar el rubro al turismo y este a la naturaleza, la arquitectura, la gastronomía y la cultura. Y lo hacen juntos, porque entendieron hace tiempo que cuando el turista del vino queda satisfecho en un lugar y pide más, no hay mejor respuesta que recomendar al vecino. Así cinco establecimientos, algunos centenarios, otros recién nacidos, invitan a ser parte de distintas historias de vida, como la de los Cordano. “Por suerte crecen las visitas y no sólo las malas noticias políticas en torno de Carmelo”, dice con suspicacia Diego Vecchio, responsable de Almacén de la Capilla (Ruta 21, km 257, Colonia Estrella/ +5980 9954 4255), el espacio reabierto por Ana Paula Cordano, enóloga y pareja de Vecchio, y descendiente de los inmigrantes que iniciaron el camino. “Son muchos losargentinos que vienen a buscar tranquilidad y se enganchan con el vino. Nosotros ofrecemos picnic, degustación con quesos y un restaurante vecino que los domingos hace unas pastas increíbles. Cerquita de la bodega tenemos también la capilla San Roque y un balneario para pasar el día completo”, cuentan. Ana Paula Cordano está hoy a cargo de la bodega que complementa su línea de vinos con productos regionales y la apuesta de Entre Viñas, una cabaña ultra equipada en medio de la finca para desconectarse por completo de la ciudad y conectarse a pleno con los misterios del Tannat.Viejo almacén de ramos generales del 1900, el lugar conserva la estructura original de cuando el tatarabuelo Cordano llegó de Génova en 1855 y se puso a trabajar en lo que sabía, el vino.
De este lado del río, en Colón, la historia del vino no es menor, y bien lo saben en la bodega Vulliez Sermet, que retomó un camino que alguna vez muchos productores transitaron en Entre Ríos, herencia también de la inmigración europea. “Sólo permitían hacer vino para la familia, pero negando cualquier posibilidad comercial. Así los dueños fueron abandonando la vitivinicultura en toda la provincia”, cuentan. Habla de la disposición de 1934 que terminó con más de 30 emprendimientos, cultivos y bodegas que progresaban sobre las costas del río. Fue por el poderoso lobby de los viñateros de Cuyo y las provincias cordilleranas, que encontró eco bajo el gobierno de Agustín P. Justo y liquidó la competencia. La actuación de una Junta Reguladora de Vinos en esos años representó para los entrerrianos un período muy triste, cuando los inspectores perforaron toneles, destruyeron alambiques y arrancaron vides de quienes no acataran la orden de no comerciar. Tendrían que pasar varias décadas hasta que en 1998 una nueva legislación desreguló la actividad, permitiendo que unos 40 emprendedores en distintos puntos retomaran la actividad. Entre esos soñadores está Jesús Vulliez, que recuperó el proyecto de sus abuelos. Primero fueron cinco hectáreas, luego otro tanto, y así la producción llegó de decenas de miles de botellas en pocos años. Galardonados en varias oportunidades, sus vinos Chardonnay en blancos y en tintos: Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon, Tannat, Syrah y Sangiovesse, en tintos, se afirman en la provincia.
Miel de las islas
Victoria (Entre Ríos) y Nuevo Berlín (Uruguay), comparten mucho más que cercanía al Paraná y al Uruguay, respectivamente. La primera, ubicada entre riachos, lagunas y humedales, célebre por el encadenado de puentes que los sobrevuelan camino a Rosario, es una meca de la pesca y uno de los lugares más calmos de la provincia. Producida en ese Delta entrerriano, Miel Isleña (Guillermina Sanz, 03436 15-61-7068) ofrece el resultado del néctar de flores del Caa-tay, el sauce de río, la amapola de agua, el camalote, la carpinchera, el aliso de río y otras especies típicas que dan características particulares en color y sabor.
Unos cuantos kilómetros al este, en las islas del Uruguay que corresponden a Nuevo Berlín, La Serena (0598-9974-8247) produce una miel cuya pureza es reconocida en los Estados Unidos para consumo y Alemania para cosmética. “Es un trabajo a cargo de pocas familias que tenemos habitación para el uso de las islas. Allí están las colmenas flotantes que mantienen la miel a salvo cuando el agua sube”, cuenta Silvia, productora y guía local. Junto a su familia, además de realizar paseos por en interesante sendero La Yeguaday el centro histórico, se puede participar de la cosecha de miel en las islas, navegando la zona, pescando, y claro, saboreando el fruto de las colmenas.
Espumosas
Si hay un producto que se instaló definitivamente en la región, es la cerveza artesanal. Capital de la provincia entrerriana, Paraná se ha forjado un nombre en el rubro que cuenta con su propio festival, el “IPAraná”, que hace mención a la identidad de la ciudad en la materia. Atesora así varias marcas (Yesú, Balconada, Flora, Budini) que pueden conseguirse en restaurantes, bares y almacenes, y constituyen un buen regalo para traer de regreso a casa con un toque de sabor a río. Pero las noticias trascienden la capital y a la famosa Biguá (011 3061-3676 / Facebook: cervezabiguacdelu) de Concepción, se suma el reciente premio como mejor cerveza artesanal del país que Caminos y Sabores otorgó a Die Eisenbrücke (Facebook: Cerveza Artesanal Eisenbrücke) la cerveza de la discreta General Mansilla. En Uruguay no son menos las ciudades cerveceras, aunque Fray Bentos, con Mari Almirón como “la única cervecera mujer del Uruguay” y responsable de la producción de Dharma (Facebook/Cerveza Artesanal Drama), sin dudas se destaca. Al visitar las playas, el coloso Frigorífico Anglo (reciente Patrimonio de la Humanidad) y el parque autóctono La Chacra, hay que pedir esas rubias y negras que alivian las tardes de sol franco sobre el río. Sino partir unos kilómetros más al norte hasta Paysandú, que se destaca por sus museos, edificios patrimoniales, termas, el encantador pueblo de la Estación Queguay y una importante vida cultural. Aunque la ciudad de inigualable rambla no es la mismo sin sus frescas y espumosas artesanales, donde Bimba Bruter lleva la delantera. Importante: ningún turista puede irse sin probar el popular postre chajá, creado en 1927 por Orlando Castellano en la confitería Las Familias (18 de Julio y De Herrera), hoy con fama nacional.