¿La nueva joya del desierto?
Objetivo cumplido, Qatar ya está en boca de todos. Mientras aún reina el furor mundialista a la espera de un campeón, y las discusiones sobre las coimas para conseguir la sede quedaron atrás, recorremos su compleja y rica vastedad. Historia reciente y cultura árabe milenaria, playas paradisíacas y edificios futuristas, en un mundo tan fascinante como rígido a los ojos occidentales.
“Qatar es, en alguna medida, la imagen del progreso y del anacronismo. De la plasticidad superadora y de la rigidez de las tradiciones. Siempre visto, claro, con ojos occidentales”, asegura un experto en temas internacionales. Habla de lo complejo que es examinar, a la distancia, una cultura tan ajena. Animarse apenas a imaginar a esos beduinos que hace apenas 50 años cruzaban el desierto con la fantasía de las perlas y la ambición de la supervivencia, y que, tras la independencia del Reino Unido en 1971 y el hallazgo de hidrocarburos, comenzó un desarrollo colosal, representado hoy en los rascacielos futuristas de Doha, en gruesas inversiones bursátiles, en la compra de clubes europeos (como el PSG francés de Messi), o en el tránsito inmigratorio del 90% de su población. Mientras tanto, los derechos de las mujeres, los estrictos ritos religiosos y las tradiciones parecen seguir siglos atrás. ¿Pero es así?
Singular, sin dudas
De los casi 3 millones de habitantes, apenas el 10% es qatarí, y son muchas las restricciones para habitar allí, salvo por un tiempo y esencialmente con objetivos laborales. Esos 300 mil qataríes, salvo excepciones, son la población rica, y el resto, profesionales de otras latitudes que llegan aquí a ganar dinero, y construir el país post petróleo. A nivel geopolítico, Qatar aún teme un enfrentamiento con Arabia Saudita, el inmenso e histórico rival que arrincona esta diminuta península hacia el Golfo Pérsico. Según muchos especialistas, esta apuesta mundialista, la compra de clubes de fútbol europeo de primer nivel, la conformación de la cadena Al Jazeera y la inversión en empresas como Universal Music Group, Volkswagen, Siemens, Shell, Total, Telecom Francia o Porsche; marcas famosas (Louis Vuitton, la tienda Harrods en Londres o Tiffany en Nueva York) y hoteles de lujo (como el Hotel Ritz de París), entre otros, buscan más exposición que rentabilidad. “Si se lo conoce no se lo puede ignorar”, afirman, avalando la idea de una estrategia de vidriera hacia el mundo que lo muestre como un país consolidado, estable, por fuera del tutelaje que ejerce Arabia Saudita sobre los vecinos. “Qatar está viviendo las semanas de mayor exposición de su historia con la organización de la Copa Mundial de la FIFA. Este mega evento deportivo, con su consecuente visibilidad, ha sido un paso más en la tentativa del país arábigo de proyectarse globalmente y posicionarse en el escenario internacional como una potencia geopolítica.Incluso aquí en Argentina el emir tiene inversiones en Vaca Muerta (en asociación con Exxon Mobile) y es dueño de más de veinte mil hectáreas en la Patagonia como también del Centro de Esquí Baguales, en sociedad con el ex tenista Gastón Gaudio”, afirman en un interesante artículo de Cuchá (www.cuchá.com.ar).Con una superficie similar a la provincia de Tucumán, el país es gobernado por Tamim bin Hamad al-Thani, el emir que ejerce el poder desde 2013 por medio de una monarquía absolutista. Tras suceder a su padre, quien comandó el país desde 1995 luego de darle un golpe de Estado a su propio padre,es el mayor exportador de gas licuado del mundo, y eso le permite el uso de la diplomacia económica para consolidar su política exterior. “El país tiene aceitados vínculos con la OTAN y diversas potencias occidentales. Alberga la mayor base militar norteamericana en el mundo y tiene una importante posición estratégica en el Golfo Pérsico, frente a las costas de Irán. También Turquía tiene una base militar, pero como contrapartida y como en un juego de ajedrez, el gobierno qatarí tiene buenas relaciones con el régimen iraní y también con grupos fundamentalistas como la Hermandad Musulmana y los Talibán, que hasta tienen una representación diplomática en Doha, lo que ha llevado a sus vecinos árabes a acusar al emir de Qatar de apoyar extremistas”, amplía el informe del portal Cuchá.
Como Messi
Tan hábil como el 10 argentino pero para el poder, Qatar demostró que puede torcerle el brazo no sólo a sus vecinos: en defensa de sus valores, intimó a FIFA a prohibir la venta de bebidas alcohólicas durante los partidos, perjudicando a uno de los principales patrocinadores, como es Budweiser. Misma firmeza se observa en su relativa estabilidad interna, a costa de fuertes restricciones a la actividad democrática, con prohibición de la participación ciudadana en partidos políticos y la sindicalización. “Organismos internacionales han denunciado sistemáticamente la falta de libertades fundamentales y la supresión de libertades civiles, especialmente para las mujeres y los grupos LGBTIQ+, siendo Qatar uno de los sesenta y siete países alrededor del mundo donde las prácticas y los actos entre personas del mismo sexo son penadas con prisión y hasta pena de muerte. Las demostraciones de afecto e incluso simplemente llevar los colores de la diversidad, han sido censuradas por las autoridades locales durante toda la Copa Mundial. A esto se le suma la polémica por el fallecimiento de trabajadores migrantes, que llegan para las continuas obras que se realizan en el país, debido a su fuerte poder económico derivado del petróleo y las reservas de gas”, concluye el informe de Cuchá. Organismos como Amnistía Internacional o Human Right Watch han denunciado enfáticamente esos abusos ante la comunidad internacional. Del lado qatarí, tiran la pelota afuera: aseguran que en 2020 se introdujo (por primera vez) un salario mínimo para todos los trabajadores, y se comprometieron a derogar el “kafala”, práctica de esclavitud laboral moderna muy común en los países arábigos, que consiste en la prohibición a los trabajadores migrantes de abandonar sus trabajos y salir del país sin el consentimiento de sus empleadores. A su vez, señalan que las intromisiones armadas en territorio ajeno, o el rechazo inmigratorio europeo, debe interpelar a occidente sobre sus propios males, antes que mirar la paja en el ojo ajeno.
La otra gran apuesta
El turismo es el pilar en el que el país se apoya. Playas paradisiacas, gastronomía típica elevada por toques gourmet, hoteles de lujo y tiendas de marcas internacionales se conjugan para dar una experiencia sin fisuras, con el misterio y exotismo de oriente. En Doha, el recorrido no debe obviar el Museo de Arte Islámico, cuya estructura edilicia ya genera atracción, mientras por dentro cuenta con exhibiciones temporales durante todo el año y una colección permanente de joyas y patrones islámicos. Ubicado en la Bahía Oeste del paseo marítimo, que parece flotar sobre el agua por su asombrosa arquitectura, propone un camino de 7 km que se extiende desde el museo al Hotel Sheraton. Otro museo, el Sheikh Faisal Bin Qassim Al Thani, alberga una colección privada del jeque que es primo del actual emir, donde se recorre parte de la historia del país.
El desierto es una parte importante de la cultura local y alberga una cantidad asombrosa de actividades, desde la gastronomía al baile, siempre con las comodidades de un hotel. El recorrido por las dunas, con travesías en camello, almuerzo y cenas en tiendas como las montadas en el desierto Khor Al Udayd, de colosales dunas y conocido como “el Mar Interior”, uno de los pocos lugares en el mundo donde el mar se sumerge en el desierto. Sandboard, paseos en quad, todoterreno o buggy y hasta kitesurf dicen presente allí. Esta visita suele combinarse con Al Jassasiya, una zona de tallas en piedra con ejemplos de esculturas históricas de las tribus beduinas, así como con la restaurada fortaleza Al Zubarah, a 105 km de Doha, el primer sitio del territorio en ser declarado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO.
El Centro Comercial Villaggio, un mall que se inspira en las calles de Venecia, despierta el deseo consumista bajo los influjos de la moda, las joyas, la perfumería y otros productos de lujo. Capítulo aparte, la gastronomía colma los sentidos, esencialmente por la belleza de lo que se ve, y los aromas que inundan callecitas con comidas al paso y grandes restaurantes. Marcada por la presencia de casi un 90% de habitantes extranjeros, lo “propio” se ha diluido entre toda la variedad planetaria, sin dejar su impronta árabe en ningún momento. Tradicionalmente, Qatar ha sido un país pesquero y esto ha permitido que parte de su tradición haya perdurado en el tiempo. Así, pescados y mariscos, están presentes en muchos de los platos, de las maneras más curiosas. Lo turco, indio, pakistaní, iraní, tailandés, filipino e incluso europeo/americano aporta sus especias, frutos, legumbres y verduras para la gran fiesta de una cocina donde el cordero y el pollo también se destacan en recetas tradicionales donde no faltan los dátiles, la miel y la leche de oveja
Hacia a Qatar
Para viajar hay que tener pasaporte con una vigencia mínima de seis meses desde el inicio del viaje. Constancia de vuelo de regreso, de reserva de alojamiento y declaraciones juradas donde conste que se partió desde Argentina y se ingresa a Qatar. También se debe firmar un formulario de compromiso y reconocimiento previo a la llegada. En la aplicación Ehteraz (sistema de registro para personas que ingresan al Estado) se pueden cargar todos los documentos solicitados al menos tres días antes de la llegada al país, como por ejemplo el certificado de vacunas.Presentar test PCR negativo a las aerolíneas para poder abordar al avión, tomado en las 72 horas previas a llegada a Qatar. Además, el Ministerio de Salud Pública puede realizar test aleatorios de viajeros a su llegada a un país en los aeropuertos y puertos. Frente al Covid-19, Qatar acepta dos dosis de Pfizer / BioNTech. Moderna. AstraZeneca o Covishield / Oxford / Vaxzevria- Jansen / Johnson & Johnson. Las “parcialmente aprobadas” son: Sinopharm, Sinovac, Sputnik V, Covaxin.