Cómo sostener una actitud positiva
La queja es un frenador que desvitaliza, nos mantiene preocupados en lugar de ocupados, y quita espacio para la creatividad. A cualquier edad y ante cualquier “clic” podemos hacer giros en nuestra vida y inventores de nuestro propio argumento de vida.
¿Cuántas veces hemos dicho y hemos escuchado frases así: “¿Por qué no lo habré hecho antes?”; “El tiempo que perdí…”; “Si me hubiera dado cuenta”; “No es el mejor momento”; “¿Cómo voy a arriesgarme?”. Si pudiésemos ver la cantidad fabulosa de energía que se consume en la queja, no la derrocharían tan vanamente.
Formas
Las personas quejosas suelen gastar altas cuotas de pasión en el lamento, y no se atreven a cortar la cadena de pensamientos frenadores que forma el argumento inconsciente de sus vidas. Otras, en cambio, en lugar de quejarse suelen esconder sus sentimientos bajo la alfombra como un polvillo molesto para tapar su angustia y ocultan luego todas las pistas para no encontrar jamás el tesoro. Un capítulo aparte son los famosos hiperactivos: hombres y mujeres que andan por la vida recitando el salmo de la eficacia y la eficiencia, haciéndoles sentir a los demás mortales que son unos holgazanes, aunque encubren tras una pantalla de productividad una depresión solapada o falta de conexión con su angustia e insatisfacción.
Nos sorprendería saber que muchos de nosotros pensamos en términos negativos. Y nadie mejor que nosotros mismos para convencernos y sentirnos verdaderos desdichados. Es fundamental modificar nuestro diálogo interno. En lugar de expresiones como “debería” o “tengo que…” comencemos por decir “elijo”. Este simple detalle da una perspectiva totalmente diferente a nuestra vida. Todo lo que hagamos será por elección. Tampoco digamos: “Ay, tonto de mí”, porque el subconciente escuchará esta afirmación interna y al cabo de un tiempo nos sentiremos realmente así.
Transformar
Es posible transformar el círculo vicioso de la queja, la ira, la pasividad y el displacer en uno virtuoso, donde la sensación de entusiasmo y la actitud alegre y plástica influirán sobre nuestra perspectiva, y esta perspectiva modificada, a su vez, influirá sobre nuestras sensaciones. Estarán de acuerdo conmigo en que lo primero es transformar aquellos mensajes paralizadores del comienzo por frases movilizadoras, proactivas, energizantes y resolutivas como: “Por fin me di cuenta”; “Lo mejor está por venir”; “Aprendí que…”; “Estoy a tiempo de…”; “Estoy cansado, pero contento”. Tener una actitud positiva a pesar del entorno es un gran paso transformador. Aprovechar el malestar y el enojo para hacer algo con él es una buena manera de empezar. Nadie más que nosotros tiene derecho a decidir qué cosas son importantes y qué no. No nos propongamos imposibles, y recordemos que seguramente ha habido situaciones en las que pensamos que iba a salir mal y salió bien. Allí está el poder.
Los psicólogos podemos ayudar a encontrar herramientas e internalizarlas, hacerlas propias, pero evitar trasmitir nuestra propia ideología y conectarlos con sus más auténticas sensaciones.
*Licenciada en psicología (MN 6235) y autora de varios libros.