2020, ¿un Big Bang countrista?
La seguridad, la intendencia, la administración y el área de deportes y recreación de clubes y barrios cerrados deben adecuar sus propuestas a una nueva realidad, con la seguridad de que cuando pase la pandemia, ya nada será igual, y que mucho de lo experimentado llegó para quedarse.
Alrededor de la década del 60’ del siglo pasado, surgen en la zona norte del Gran Buenos Aires una serie countries clubs utilizados exclusivamente los fines de semana para descanso y disfrute de deportes como el golf, el tenis o la equitación. Hindú Club, Highland Park, Lagartos o Mi Refugio fueron pioneros de zona sur, y modelos de urbanizaciones replicadas en el territorio bonaerense. Pero fue en los 90’ con la construcción y ampliación de los accesos Norte, Oeste y la autopista a Cañuelas donde un boom de crecimiento se extendió al resto del país. Solamente en el Gran Buenos Aires, pueden encontrarse hoy unas 1.000 urbanizaciones cerradas, desde barrios privados a mega emprendimientos como Nordelta, Saint Thomas, Haras del Sur, entre otros.
El 2020 pandémico
La explosión no fue solamente a partir de una búsqueda de seguridad o de identificación con un modelo de vida cuasi rural. También se convirtieron en una suerte de refugio, de una posibilidad de salir de las superpobladas ciudades donde el Covid-19 produjo esta pandemia desoladora. El teletrabajo y la escolaridad en modo virtual, permitieron que las familias se asienten en sus casas de fin de semana y vivan el country de una manera diferente. Se observa claramente que desde mediados del 2020 hay un inusual crecimiento de la demanda y por lo tanto de los valores de alquiler y de venta de las propiedades.
Las nuevas normas de cuidado sanitario y las condiciones de convivencia producto de la nueva y preocupante situación, pusieron a todas las organizaciones en una situación de fuerte tensión, entre los asociados entre sí, y las autoridades. Pero el crecimiento de la población que se instaló en forma permanente y los nuevos integrantes que no se identifican todavía con la idiosincrasia de estos clubes y barrios cerrados suponen un desafío para todas las áreas de servicio.La seguridad, la intendencia, la administración y el área de deportes y recreación, deben adecuar sus propuestas a esta nueva realidad, con la seguridad de que cuando pase la pandemia, ya nada será igual, y que mucho de lo experimentado llegó para quedarse. Nos encontramos frente a una verdadera oportunidad, absolutamente insospechada hace dos años. De cómo sea gestionada esta transformación, y qué soluciones integrales encontremos para brindar mejores servicios e infraestructura, dependerá un crecimiento saludable, ordenada y armoniosa, atentos a un imprescindible equilibrio presupuestario y social
Lamentablemente yo.pertenezco a la vieja generación la que ingreso a un Country en la década del 70 y mi sugerencia es que si quiero integrarme socialmente a un Country o Barrio Privado tengo que respetar las normas especialmente las de convivencia y no intentar imponer las mías!!!!. Eso suena un poco a prepotencia, Lo mejor que puedo hacer, si no tengo intenciones de respetar las normas del countrie o Barrio, es comprarme un terreno en el campo, así puedo hacer lo que me plazca
Gracias Liliana por tus comentarios.
Entiendo que en estos tiempos el concepto de comunidad, es difícil de comprender. Lo común, lo que implica el cuidado de lo que es de todos, se hace muy complejo. Parecería que prima la ley del más fuerte, y los directivos de los countries tienen que cuidar este aspecto, porque una sociedad sin normas es inviable.